Este artículo está extraído del libro «Royo. Una familia, una empresa, un legado», escrito con motivo del 50 aniversario de nuestra actividad empresarial.
Cada mes, desde Invext Corporation, compartimos una píldora de nuestra historia, llena de múltiples aprendizajes y valores que ayudan a entender de dónde venimos, hasta dónde hemos llegado y cuáles queremos que sean nuestros próximos pasos. Esperamos que compartir nuestra visión pueda ayudar o inspirar a otras familias empresarias a creer que la mejor manera de honrar un legado es crearle un nuevo futuro.
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Objetivos de desarrollo para el futuro
Aunque de los primeros años de Pascual trabajando en el mueble de baño al presente de Invext ha pasado mucho tiempo y la realidad social es otra, valores como la generosidad se mantienen. Invext no sería la empresa que es si no impulsara la creación de valor y riqueza hacia la sociedad.
¿Qué legitima a una empresa para seguir existiendo? Tener un propósito y preocuparse por el desarrollo económico y social allá donde se encuentre. Esto supone actuar tanto en la esfera local como en la global. A título personal, la dirección de Invext siente que en sus manos está el hacer todo lo posible para poder dejar un mundo mejor para las próximas generaciones. Esto se traduce en convertir las preocupaciones personales en un plan director para la compañía que trabaje respecto a tres pilares fundamentales: medioambiente, social y gobernanza.
El tridente no es casual. Los valores de Raúl, Santiago y Silvia los conducen a sensibilizarse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas establecidos en el plan de la Agenda 2030, como una herramienta y guía para alcanzar su propósito familiar. Los ODS son una serie de metas globales interconectadas y diseñadas para lograr un futuro mejor y más sostenible para todos.
De forma directa, la empresa tiene impacto en cinco de ellos: salud y bienestar; agua limpia y saneamiento; trabajo y crecimiento económico; industria, innovación e infraestructura; y producción y consumo responsables. Indirectamente, en el objetivo de energía asequible y no contaminante; la reducción de las desigualdades; la acción por el clima; y en la paz, justicia e instituciones sólidas.
Para seguir desarrollándose como empresa y como familia es necesario un equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social. Esto solo es posible con un modelo de gobernanza transparente y eficaz, modelo en el que, de alguna forma, radica la sinceridad que caracteriza a Pascual.
Visión desde la segunda generación
“Me llevo diez años con Raúl, recuerdo jugar mucho con él y con Santi, sobre todo al fútbol. Mi padre, cuando no estaba en la fábrica, estaba siempre en el jardín. En las comidas y cenas, el monotema era la empresa. Creces con ello, pensando que la empresa es parte de la familia.”, relata Silvia Royo, la pequeña de los tres hermanos, fundadora de Royo USA, Corp. y consejera en Invext.
Los esfuerzos, tanto a nivel educativo como formativo dentro de la empresa, que realizaron Pascual y Mari Carmen, así como su trabajo haciendo que esta creciera, sembraron los frutos que ahora los tres hermanos, Raúl, Santiago y Silvia, administran.
“Nuestro padre es un referente. Lo es para la gente y para nosotros. Resaltaría su capacidad de sacrificio, trabajo y esfuerzo. No hay duda de que da mucho y mira por el grupo. Siempre ha trabajado demasiado, con pocos momentos para la vida familiar. Nuestra madre también es muy trabajadora; ella nos criaba y llevaba la voz cantante en el hogar. Nuestro padre se desentendía un poco en ese aspecto, pero se preocupaba de que no nos faltara de nada.”, añade Silvia.
El valor de la mujer en la empresa es importante porque los valores que se transmiten a la segunda generación no solo son los de Pascual, también son los de Mari Carmen. “Si no hubiera hecho un buen trabajo, probablemente hoy a lo mejor no existiría la segunda generación y, por tanto, la perdurabilidad de la empresa.”, afirma Silvia.
Santiago Royo, el mediano de los hermanos, es el responsable de la gestión patrimonial del grupo desde hace quince años, fecha en la que se inició la profesionalización del family office, Invext. “Hemos crecido en el seno de una familia en la que el esfuerzo, la honestidad y la palabra han sido ejes fundamentales en nuestra historia. El legado que aspiramos a dejar es seguir con esos valores como raíz para expandir nuestro grupo empresarial.”, considera Santiago.
Raúl, Santiago y Silvia encarnan lo que les han interiorizado al trabajar en una empresa familiar. “La bondad es una característica propia de la familia. Nuestros padres nos lo han transmitido mucho, y nos lo transmitimos entre nosotros. Si uno de nosotros tiene una necesidad, intentamos ayudar.”, argumenta Silvia.
Generosidad, excelencia y coraje son características inherentes en el ADN Royo, el código que define la forma de proceder en lo empresarial y lo familiar de la segunda generación de la familia, que no solo está manteniendo vivo el legado de Pascual, sino que busca distintas vías de prosperar, aumentar el número de acciones sociales que tiene la empresa y preparar la continuidad con la tercera generación.
“Gestionar una empresa internacional para mí supone un mundo lleno de posibilidades infinitas. Me gustaría que la marca Royo cruzara todas las fronteras que aún no ha traspasado, creciendo exponencialmente. Que el apellido perdure en el tiempo y que siempre, aunque sea un pequeño porcentaje, la familia tenga una parte simbólica en su cartera de negocio. Esto querrá decir que aún hay sangre Royo en el negocio.”, cuenta Silvia.
Los nietos de Pascual y Mari Carmen son el futuro
Los hijos de los tres hermanos son todavía muy jóvenes, apenas tienen entre 3 y 14 años, pero en ellos recae la responsabilidad de continuar el legado familiar. Para sus padres y abuelos no siempre es fácil transmitir la responsabilidad e importancia de esta misión. Al fin y al cabo, es natural, e incluso positivo, que las distintas generaciones se reten entre sí para generar un pensamiento crítico.
En palabras de Mari Carmen, “Me siento orgullosa al ver que mis hijos han continuado con el legado de la empresa, pero siempre he tenido muy claro que, si no les gustaba o querían hacer otra cosa, yo no les iba a poner ningún impedimento.”. Esta posición ante la libertad individual, compaginada con la ilusión y la alegría por mantener un sueño empresarial y de vida, define la manera en la que educan a la tercera generación para que sea consciente del trabajo realizado y de que, si lo desean, pueden formar parte del proyecto empresarial de la familia y hacerlo crecer.
“Prefiero referirme a ellos como personas en edad de crecimiento que como tercera generación. Me gustaría que tuvieran presente la humildad y de dónde venimos. Me gustaría darles la libertad de descubrir cuál es su pasión. Cuando la tengan detectada, que la busquen con perseverancia y esfuerzo. Si lo hacen, creo que tendrán éxito y serán felices. No hay nada más importante que eso.”, confiesa Silvia.
De esta etapa podemos extrapolar varias enseñanzas empresariales:
1- Devolver a la sociedad lo que la sociedad te ha dado. Entre las virtudes de una persona empresaria tiene que estar también la gratitud y la solidaridad. Gratitud hacia una sociedad para la que ha creado riqueza, pero también gracias a la que ha creado patrimonio.
2- Educación para accionistas responsables. Las familias empresarias deben tener una misión adicional en el ámbito privado: educar a su descendencia para conservar, respetar y perpetuar el legado familiar.
El deseo al recoger los 50 años de la historia de esta familia empresaria ha sido el de poner en valor la historia de sus fundadores, reconocer cada uno de los pasos que nos han puesto en el camino y hacer público nuestro compromiso de darle continuidad. Porque la mejor forma de honrar un legado, es crearle un nuevo futuro.
Silvia, Santiago y Raúl Royo – Segunda generación de la familia empresaria Royo.